No hay dudas que el equipo más exitoso en los últimos 25 años en Grandes Ligas es
Yankees de Nueva York. Sus 5 títulos de Serie Mundial avalan lo que digo.
Nadie, absolutamente ningún otro equipo ha ganado más campeonatos del Clásico de Otoño. El más cercano es el conjunto de los Medias Rojas de Boston con tres cetros.
Tampoco hay un equipo que haya llegado a la postemporada más que los Yankees en ese lapso de tiempo.
Hay un factor importantísimo para que hayan mantenido tal consistencia en un cuarto de siglo: la continuidad.
Sí, la continuidad de la gerencia y dirigencia.
Hablo en específico del gerente general Brian Cashman.
Tal vez muchos dirán que es por las inversiones cuantiosas que a través de los años han hecho para contratar jugadores, y tienen en parte razón. Pero la constancia de un mismo gerente por 23 años le ha brindado a los Yankees la oportunidad de desarrollar un plan específico de trabajo a corto, mediado y largo plazo.
Esa misma continuidad que Cashman ha tenido como gerente, la novena de Nueva York se la ha dado a los dirigentes (mánagers) que han tenido en esos 25 años. Y créanme que son bien pocos: apenas 3 desde 1996.
El legendario Joe Torre llegó como sustituto de Buck Showalter en 1996, y nadie apostaba un dollar por él. Doce años después, se despidió del equipo por todo lo alto con 4 coronas en 6 viajes a la Serie Mundial , 12 apariciones seguidas en postemporada y con un récord de 1,174 ganados y 767 derrotas en serie regular.
Como ven, a Torre le dieron el chance de seguir un proceso que rindió tremendos frutos y ganancias nunca antes vistas por un club de béisbol. Esa etapa con los Yankees, principalmente, lo impulsó para merecer ser elegido y elevado al Salón de la Fama de Cooperstown.
Luego llegó Joe Girardi, un ex receptor de medio pelo bajo la batuta de Torre, que luego se convirtió en mánager con los entonces Marlins de Florida. Logró el puesto por encima de la leyenda Yankee, Don Mattingly, quien era el instructor de bateo y luego asistente de Torres.
Girardi tomó las riendas de los Bombarderos de El Bronx para la campaña del 2008, y un año después (2009) guió al equipo a ganar la Serie Mundial.
Y aunque no era ni de lejos Joe Torre, logró llevar al equipo a playoffs por varias veces y duró en el cargo 10 temporadas.
Cashman y el alto mando del equipo, encabezado por los hermanos Hal y Hank Steinbrenner, le dieron el voto de confianza para desarrollar su proyecto. En 1,620 juegos como capataz yanquista, su foja es de 910 triunfos y 710 derrotas, con 6 visitas a postemporada.
El tercero de la corta y exclusiva lista es Aaron Boone, un ex antesalista que se desempeñaba como comentarista para los propios Yankees.
Este sí fue el más sorprendente de todos los movimientos hechos por Brian Cashman. Nadie, y cuando digo nadie es nadie, esperaba que Boone pasaría a tomar las riendas de un equipo caro, obligado a ganar sí o sí, y sin experiencia previa, ni siquiera como coach.
Pero ahí está. Desde la temporada del 2018 ha llevado los hilos y estrategias del club, y no le ha ido nada mal.
En su primer año ganó 100 juegos y alcanzó la Serie de Campeonato de la Liga Americana, donde fueron tumbados en el séptimo partido por los Astros de Houston, eventuales campeones de la Serie Mundial.
En 2019, volvió a ganar 100 partidos o más, 103 para ser exacto, y también volvió a alcanzar la Serie de Campeonato de la Liga Americana, y de nuevo perdiendo ante Houston pero en 6 partidos.
Y la temporada 2020, recortada por la pandemia del Coronavirus, alcanzó las Series Divisionales de la postemporada.
Esta actuación llevó recientemente a Cashman a afirmar que “espera que Boone se quede por 10 años más”.
Como pueden apreciar, la constancia y confianza en los proyectos han sido el verdadero éxito de los Yankees.
Jugadores vienen y se van, pero un dirigente apoyado por sus jefes puede conseguir grandes cosas.