No hay que darle más vuelta al asunto ni buscarle la pata adicional al gato. Si hay un jugador distinto con la suficiente magia en sus botines para tomar las banderas del fútbol prodigioso, lleno de artilugios sorprendentes para dejar boquiabiertos a los amantes de este deporte en el mundo entero con goles de fantasía, ese jugador se llama Lamine Yamal.
Aunque nombre puede confundir, por la ascendencia africana de sus padres, este portento de verdor que a los 17 años ya presume de haber ganado dos títulos con el Barcelona, nació en España, en la comunidad obrera de Rocafonda en cataluña, al que siempre rinde homenaje con sus goles al mostrar con los dedos el número 304 que distinguen el código postal de su barrio natal.
Las estadísticas de Yamal hablan de su impresionante evolución en el fútbol profesional. En la edad en la que otros jugadores apenas ven por televisión a sus ídolos y sueñan con emular las hazañas con el balón, el rápida e ingenioso extremo ya despuntaba a los 15 años en el Barcelona de Xavi Hernández y se convirtió en el más joven de la historia en debutar y luego salir campeón en la Liga de España.
Pero lo que asombra no son los récords de precocidad que ha establecido con el Barcelona en España y Europa, sino su inusual desenfado con el balón. No necesita de amplios espacios para correr a campo traviesa y definir en el mano a mano, como ocurre con el francés Mbappé. Lo de Yamal es de otra categoría que lo equipara a los Pelé, Maradona y Messi, la santísima trinidad de los más grandes genios del fútbol mundial.
Su botín izquierdo está hecho de la seda más pura de la morera de la China. Nunca patea la pelota; la acaricia con un magnífico golpeo para realizar pases de gol de cálculo newtoniano. Los balones que salen de su pierna zurda llegan al tiempo y lugar exacto para que jugadores como Rafinha pasen de la medianía a convertirse en verdaderos cracks. Cuando Yamal se decide a disparar al arco, su disparo siempre genera fascinación hasta en el arquero que es víctima de sus goles. Olvídense de Mbappé y de cualquier otro figurante, el nuevo rey del fútbol es un chaval humilde que lleva el fútbol de barrio tatuado en el alma.
David Martínez espera su chance
Mientras en otras partes del mundo a los chamos con suficiente talento para exhibir un fútbol distinto se les abren las puertas de los equipos y de la selecciones absolutas, en Venezuela lo más común es que los entrenadores apuesten por los más experimentados, y ahora con más razón, porque la antigua regla de que había que colocar un sub-20 en cancha pasó a la historia hace un buen rato.
ay excepciones, claro está, cuando es imposible dejar en el banquillo a un portento que sabe más con el balón que cualquier otro veterano. Fueron los casos de Luis Mendoza que con 15 años ya se abría paso en la primera división con el desaparecido Banco Agrícola o de Stalin Rivas que a los 16 le pintaba la cara a todos con su proverbial magia de pierna zurda en Mineros de Guayana.
Pero Juan Arango, que era la figura más destacada de su generación se cansó de comer banca en el Caracas y el técnico José Omar Pastoriza tampoco se atrevía a ponerlo de titular, porque estaba muy jojoto. La historia se repite de nuevo con David Martínez, que tras brillar con las selecciones menores en el suramericano sub-17, en el Mundial de Indonesia y el preolímpico de Caracas, no ha figurado en las convocatorias del entrenador argentino Fernando Batista para la Vinotinto absoluta. El problema no parece estar en la indiscutible calidad técnica ni en la juventud de Martínez. Los jugadores con talento nunca sobran.
La Copa Venezuela obligará a darle más oportunidad al talento emergente
La prueba más fehaciente de que los equipos venezolanos tienen resistencia a colocar en las alineaciones a los nuevos talentos que surgen en las categorías inferiores es el nuevo reglamento establecido por la Federación Venezolana de Fútbol para el venidera edición de la Copa Venezuela que comenzará el 4 de junio y se prolongará hasta noviembre.
De acuerdo a la normativa, los 28 equipo de primera y segunda división que competirán en el torneo tendrá que salir al terreno con al menos seis jugadores sub-23 al inicio de cada partido y tres de ellos deberán permanecer en cancha durante todo el juego.
La iniciativa de la FVF de obligar a los equipos a que utilicen un mayor número de futbolistas en edad de desarrollo y crecimiento deportivo es plausible, pero resultaría innecesaria si quienes gerencian a la mayoría de los clubes toman conciencia del valor que tienen los nuevos talentos.
El Caracas y ahora con más fuerza Monagas son ejemplos de que hay que trabajar con las bases y darle oportunidad a los chamos para que muestren sus progresos. El cuadro capitalino ha capitalizado con venta y préstamos internacionales la producción de futbolistas que han surgido en sus granjas, como Bianneider Tamayo, Bryant Ortega o Saúl Guarirapa. Por su parte, Monagas se ha convertido en los últimos tiempo sen el club que mejor viene trabajando con más afán y dedicación en la formación y brillo de sus promesas. De allí ya salió David Martínez, y ahora tienen otra camada prometedora encabezada por Fernando Basante y Yerwin Sulbarán que con apenas 17 años debutó en Copa Libertadores en La Bombonera contra Boca. Menos importados en cancha y más criollos debería ser otra medida de la FVF.