LOS ÁNGELES.─ Hay tres certezas en la vida: la muerte, los impuestos y Christian Walker encendido en el Dodger Stadium.
El inicialista de los Astros llegó al viernes bateando .524 con un slugging de 1.619, 11 impulsadas y siete jonrones en sus últimos cinco juegos en Los Ángeles.
Entonces, ¿qué tiene el Dodger Stadium que impulsa a Walker?
“Es difícil de explicar”, dijo después de la paliza de 18-1 que los Astros le propinaron a los Dodgers el viernes. “No sé si es lo visual o la energía. Ojalá tuviera una respuesta”.
El manager Joe Espada ofreció una teoría.
“Creo que le gusta la Costa Oeste”, comentó Espada antes del juego. “Tuvo muy buenos turnos en Colorado, y sé que estaba emocionado por estar aquí esta noche. Le gusta mucho el fondo visual, le gusta darle a la bola en este estadio. Así que esperemos ver más de eso este fin de semana”.
Y eso fue exactamente lo que vieron los Astros de su cañonero en el primer juego de la serie.
Después de que Isaac Paredes iniciara el juego con un jonrón al primer pitcheo, Walker mantuvo la ofensiva con un sencillo impulsor que remolcó a José Altuve desde la intermedia para darle a Houston una ventaja temprana de dos carreras.
Pero fue dos innings después cuando Walker realmente marcó el tono del juego, al castigar una recta del abridor Ben Casparius y enviarla a 417 pies, según Statcast, hasta el Pabellón del Jardín Izquierdo para un jonrón de dos carreras que puso a los Astros arriba por cinco. Para entonces, los abucheos de la afición local ya caían con fuerza.
“Eso es una de las cosas especiales de jugar aquí y contra este equipo. Siempre hay algo distinto”, dijo Walker. “Parece que un viernes en el Dodger Stadium es el lugar donde hay que estar. Y eso lo hace muy divertido como jugador, ya sea que te abucheen o te aplaudan. De cualquier manera, es muy divertido”.
Ese fue el jonrón número 20 de Walker en su carrera en el Dodger Stadium, igualando a Paul Goldschmidt como el líder entre los jugadores visitantes activos. Ningún otro pelotero visitante ha dado más bambinazos allí desde el inicio de 2018.
Walker también se convirtió en el primer jugador en dar jonrón en seis juegos consecutivos en el Dodger Stadium.
Más tarde impulsó otra carrera en el sexto inning de 10 anotaciones para Houston, al recibir un pelotazo con las bases llenas. Terminó la noche de 5-4 con un vuelacercas, tres sencillos y cuatro remolcadas.
Su OPS de por vida en el Dodger Stadium es de 1.184 y su porcentaje de slugging es de .783, los más altos en la historia de MLB (mínimo 150 apariciones al plato).
Esta actuación marcó su segunda gran presentación consecutiva un 4 de julio en Los Ángeles, luego de irse de 5-3 con dos cuadrangulares y tres impulsadas en 2024 con los D-backs.
Cualquiera que sea la razón detrás de su éxito en L.A., Walker no piensa demasiado en ello. De hecho, intenta no cuestionarlo.
“Uno es consciente de eso”, dijo Walker. “Pero el béisbol es curioso así. Es como que, si lo reconoces demasiado, las cosas tienden a irse en la dirección contraria. Es genial, por supuesto, y lo acepto todo. Pero es una de esas cosas donde cada día es su propio día”.
Su etapa con los Astros había comenzado con lentitud, ya que bateaba .213 hasta finales de junio. Pero su bate empezó a despertar en la última serie contra los Rockies, donde se fue de 14-6 (todos sencillos) con dos impulsadas en tres juegos en el Coors Field.
Durante los primeros cuatro días de julio, Walker está de 19-10 con un OPS de 1.234. Es una muestra pequeña, pero podría ser señal de un cambio en su fortuna.
“Es enorme. Esta alineación es muy divertida”, comentó Walker. “Quiero contribuir. Quiero ayudar a ganar más juegos. Quiero ser parte de la diversión. Hemos trabajado mucho y es bueno sentir que quizá la suerte está cambiando un poco”.
¿Qué opina Espada sobre la suerte de Walker después del viernes?
“Más éxito”, dijo. “Nos quedan dos juegos más”.