El contrato histórico de Juan José Soto Pacheco, mejor conocido como Juan Soto, con los Mets de Nueva York por 15 años y 765 millones de dólares, todavía sigue resonando en todos lados.
No es para menos.
Se trata del acuerdo más lucrativo en la historia del béisbol de Grandes Ligas, superando por mucho en dinero y en esencia, al firmado apenas el año pasado por la sensación japonesa Shohei Ohtani con los Dodgers de Los Ángeles por 700 millones de dólares.
El acuerdo del flamante Jugador Más Valioso de la Liga Nacional es, primero, por 10 años, 5 menos que el de Soto; segundo, Ohtani diferirá 68 millones de su salario promedio de 70 millones, que además incluye pagos a futuro, que totalizan 680 millones de dólares, que comenzarán en 2034 y se extenderán hasta 2043; y tercero, el contrato fue sugerido por el propio jugador nipón, un bálsamo para las arcas del equipo campeón de la Serie Mundial 2024.
Pero los Mets no corrieron con la misma benevolencia con Juan Soto.
Soto, ambicioso sin escrúpulos, no conoce lealtades y no iba a conceder un ápice en dinero y bonificaciones. ¡Y vaya si lo logró!
Primero rechazó una oferta gigantesca de extensión de contrato de los Nacionales de Washington de 440 millones por 15 años en 2022. El pelotero dominicano terminó siendo canjeado a mitad de esa temporada a los Padres de San Diego, que tras año y medio de unión laboral, decidieron canjearlo a los Yankees de Nueva York, el equipo de béisbol más poderoso, más famoso, más ganador, más mítico que existe en el planeta Tierra.
Pero ¿qué creen? Soto tampoco se dejó seducir por las bondades económicas, comerciales y publicitarias que ofrece para jugadores de alto calibre vestir el uniforme rayado de los Bombarderos de El Bronx. El nacido en Santo Domingo de Guzmán, capital dominicana y Primada de América, sólo duró una temporada en Yankee Stadium. Eso sí, no sin antes cosechar su mejor temporada -estadísticamente hablando- y ayudar al equipo a llegar a su primera Serie Mundial desde el ya lejano 2009.
Bateó para .288, conectó 41 jonrones (la cifra más alta de su carrera) y remolcó 109 vueltas, negoció 129 bases por bolas y obtuvo un porcentaje de embase de .419 (tercero más alto de su carrera). Y en la Serie Mundial también tuvo una actuación magnífica, bateando .368 y .313 en la Serie de Campeonato de la Liga Americana y la Serie Mundial, respectivamente, además de conectar 4 jonrones, 1 en el Clásico ante los Dodgers, y 7 producidas en ambas series y 8 en todas las etapas de los Playoffs.
Eventualmente esos números de temporada regular y postemporada subieron los bonos de Soto a su máximo, creando el morbo entre varios equipos, incluyendo a los Yankees, por contar en el futuro a largo plazo con su talento y servicios. De hecho, los Yankees le hicieron una oferta que jamás se pensó que harían: 760 millones de dólares por 16 temporadas. Ni a Aaron Judge, dos veces ganador del MVP de la Americana, bateador de 50 o más jonrones en tres ocasiones, y por mucho la máxima estrella del equipo, le ofrecieron ni de cerca un acuerdo como ese.
Sin dudas fue un buen año para ambos. Pero al final del día, los Yankees se libraron de hacer esa apuesta arriesgada, pagar esa cantidad por un jugador que no quiso quedarse con ellos, y ahora están haciendo inversiones sabias y llenando huecos importantes como la contratación de un lanzador de calidad como Max Fried, un canje con los Cachorros de Chicago por el toletero Cody Bellinger, y con los Cerveceros de Milwaukee por el estelar relevista Devin Williams
Pero aquí estamos, escribiendo sobre el megacontrato que consiguió Soto con los Mets. ¡Sí señor! Un año más y 6 “milloncitos” menos rechazó Soto de los Yankees para firmar con el rival de Queens, una escuadra desesperada por conseguir superar la supremacía de la Gran Manzana que tienen ostentan los Yankees, y dispuesta a vender su alma al mismo Diablo para ganar la Serie Mundial. Si quieren una muestra de eso solo hay que ver la descabellada extensión de contrato que le brindaron al talentoso campocorto puertorriqueño Carlos Lindor: 10 años por 340 millones de dólares.
Hay que agregar que el acuerdo de soto podría agregar otros 40 millones en los últimos 10 años para elevar el monto total a 805 millones. Pero a los Mets, al parecer, les importa un comino tirar todo ese dinero en un solo jugador. Su dueño, Steve Cohen, es uno de los hombres más ricos, de la ciudad más rica del mundo, como lo es Nueva York, y de todo Estados Unidos, así que eso, al parecer, no es un problema.
Lo que sí es un problema es la sostenibilidad de ese acuerdo con Soto.
Es cierto, el jardinero quisqueyano es joven, apenas tiene 25 años, pero ya ha dado señales de que puede lesionarse y de que entra en malas rachas y prolongadas en el plato. También hay que tomar en cuenta que eso no es garantía de títulos para los Mets. Solo hay que ver el derroche de sus vecinos de ciudad desde el 2004, invirtiendo en contratos de jugadores que no han dado frutos y un solo título de Serie Mundial (2009).
Pero no todo es negativo.
Los Mets tomaron el riesgo con Soto, sí, y eso obviamente los llevará a mejorar en el terreno de juego y en lo comercial. Las entradas y los productos de mercadeo se van a vender como pan caliente, especialmente cuando se juegue una dos patas de la Serie del Subway en el Citi Field. A pesar de que los precios se van a disparar, los fanáticos de los Mets estarán encantados de pagarlo solo por ver al nuevo ídolo de Queens.
Mientras que para Juan Soto, este acuerdo representa no solo la seguridad para su familia y propia, sino también para su imagen. Ya de por sí tiene el título de “el mejor pagado” de MLB y el deporte en general, y que recupera para su país dicho título, tras Alex Rodríguez, quien lo ostentó en dos ocasiones, uno con los Rangers de Texas y otro con los propios Yankees.
Lo que sí es seguro es que en unos años veremos si valió la pena o no para los Mets tan arriesgada apuesta y si el beneficiario, el propio Soto, rendirá a la altura de las circunstancias.
De si el pelotero merece o no tal cantidad de dinero no depende de nadie que no tenga la capacidad de ofrecérselo, y los Mets tienen esa capacidad. Además, Soto vendió su talento y su agente, Scott Boras, le subió los bonos hasta más no poder y convenció a sus nuevos jefes de comprar ese producto.