La novela protagonizada por el dominicano Rafael Devers tuvo un cambio de guión.
El talentoso jugador quisqueyano fue canjeado por los Medias Rojas de Boston a los Gigantes de San Francisco.
Todo sucedió de repente tras finalizar el partido del pasado domingo, 15 de junio ante los Yankees de Nueva York. En esa jornada, Devers le conectó un jonrón al máximo rival de división, por lo que todo parecía normal en el clubhouse de Boston.
Pero horas más tarde, llegó la gran sorpresa. El equipo anunció el canje.
Y es que esta historia estuvo mal desde la pausa de invierno hasta comenzada la temporada regular de este año
Todo empezó cuando Boston contrató al estelar antesalista Alex Bregman, y nombrándolo como el tercera base titular del equipo en detrimento de Devers, quien fue puesto como bateador designado.
Ésto, obviamente, molestó mucho al que hasta ese entonces era la estrella y cara de los “patirrojos”.
Incluso, Devers estaba en penas el segundo año de un acuerdo de 10 años y US$313.5 millones de dólares con la franquicia de Nueva Inglaterra, a la que ayudó a ganar la Serie Mundial del 2018. Pero la guerra abierta entre él y la gerencia del equipo fracturó todo.
Ahora, los Gigantes asumirán los últimos ocho años y algo del pacto, pagándole a Devers más de US$250 millones hasta el 2033.
Pongamos esto en contexto.
Lo primero que hay que mencionar que un contrato es un contrato, y que el mismo involucra a dos partes que deben respetar las cláusulas del mismo. En el caso de Devers y los Medias Rojas las cosas estaban claras: el equipo le pagaría todo ese dineral a cambio de los servicios como beisbolista, que eran salir todos los días al terreno de juego a jugar y producir, y hacer lo que el manager (Alex Cora) dijera. Devers falló en esto último.
Primero montó una pataleta en los campos de entrenamiento por el cambio de funciones dentro del terreno. Como dijimos, pasó de ser tercera base titular, su posición natural, a bateador designado. Y ya en plena temporada regular, el equipo le pidió a Devers que pasara a ocupar la primera base para suplir al lesionado Triston Casas quien se rompió el tendón de la rodilla izquierda y se sometió a una cirugía. Pero Devers, otra vez se negó rotundamente a ser colocado como primera base, argumentando que un cambio de posición no sería beneficioso. Otro fallo de Devers.
Todo un despropósito y falta de respeto al equipo.
Mostró poca profesionalidad y un desprecio absoluto a la organización que le dio la oportunidad, lo sacó de la pobreza y lo convirtió en millonario. Obviamente el talento del jugador hizo su parte. Pero de ninguna manera tiene la razón y, como mencioné antes, fue una falta de respeto, también a los fanáticos de Boston, que al final son los que pagan las taquillas y gastan su plata.
Por el otro lado, el de los Medias Rojas, la gerencia tuvo falta de tacto con su principal jugador, la cara del equipo. Es cierto que Bregman, de 31 años, es mucho mejor jugador defensivo que Devers, y que su bateo también es de élite para un pelotero de esa posición, pero la forma en cómo afrontan la situación no fue la adecuada.
Sí, ellos pagan el dinero y dan las órdenes, pero los rangos también se respetan, y Devers mostró señales de malestar, y ahí debieron ser un poco más flexibles y tomar el ejemplo de sus rivales, los Yankees, con la situación que se les presentó cuando adquirieron a Alex Rodríguez. El campocorto era Derek Jeter, capitán y cara visible de la franquicia y, aunque A-Rod era un bateador y un campocorto más completo que el legendario número 2 de los Yankees, la organización neoyorquina respetó el rango y el legado que estaba construyendo en ese entonces el ahora Salón de la Fama.
Por lo tanto, ambas partes tienen culpa del desenlace y ambos pierden. Devers estaba cimentando su nombre dentro de un equipo histórico como los Medias Rojas, como una vez lo hicieron los también dominicanos David “Big Papi” Ortiz, Pedro Martínez, ambos en Cooperstown con el uniforme de Boston, y Manny Ramírez. Pero todo quedó a mitad de camino. Mientras que los Medias Rojas se pierden la ofensiva de un jugador que aportaba consistentemente números de calidad.
En en poco más de 8 temporadas, que comenzó en 2017, Devers dejó en Boston un promedio de bateo de .272, con 215 jonrones, 696 carreras empujadas y 663 anotadas, además de un título de Serie Mundial.
Ahora, Devers debe concentrarse y ser un poco más profesional con su nuevo equipo, los Gigantes de San Francisco.