YANKEE STADIUM, Bronx, NY.- Ramiro Mendoza aprendió a lanzar lanzando un calcetín enrollado contra un muro de piedra mientras crecía en Los Santos, Panamá. Así que jugar en las ligas mayores y ganar campeonatos de Serie Mundial con los Yankees es algo que apreciará siempre plenamente.
Le ha valido fama (el presidente de Panamá le otorgó la medalla más alta del país en el año 2000) y fortuna. Ese mismo año ganó 1,4 millones de dólares.
Por eso es sincero cuando habla que siempre aceptó con gusto cualquier rol que la organización y los entrenadores decidieron para él esa temporada: lanzador abridor o relevo largo.
“Siempre hice lo que sea. Lo mejor que pude, como siempre lo hizo.
Pero no se equivoque. Aunque contento y agradecido por su carrera, el deseo de Mendoza siempre fue ser lanzador abridor.
Después de dos años, Mendoza regresó el sábado al Yankee Stadium, para la ceremonial del 75 Juego de los Veteranos de los Yankees de Nueva York, y según él ser parte de la historia de los Yankees fue un orgullo.
Sobre su paisano Rivera, dijo que fue un hermano para él, un hombre que estuvo fuera de liga.
Ramiro Mendoza fue parte del conjunto de 1998, al regresar este día tuvo el placer de poder saludar y compartir con con ex compañeros suyo que tenía alrededor de 15 o 20 años que no se veían.
Mendoza quedó encantado y espera volver el próximo año con el permiso de Dios.